Nunca coman algo que los haga recordar casa cuando estén lejos. Así que mi tarea era sencilla, ni un bocado de comida mexicana o de comida mexicana wanna be. Llevo más de un mes sin probar una micra de alimento nacional, pero se me ocurrió la gran idea de socializar y unirme a un grupo de niños que viven en mi piso para ir a un restaurante etiopiano. Sí, Etiopía no parece riesgoso y algo alternativo nunca me haría daño, al contrario, resultaría en algo internacional.
El lugar de entrada parecía sencillo, ubicado en Adams Morgan, una de las zonas con mayor vida nocturna de la ciudad. Cuando llegamos vi, lo que me pareció lógico, que lo etiopiano incluía algo más que la comida: habría que comer sentados en un banquito, compartir todos del mismo traste de comida y cero cubiertos. Obvio a mí no me molestaba, comer en una posición incómoda, regatearle a alguien más el bocado y comer con las manos, son cosas de todos los días.
El platillo comunal llegó a nuestro aposento, pollo, res, verduras y diferentes salsas lo llenaban. El momento de la tragedia se acercaba. Primero pollo, que a simple vista parecía pipián pero sabía a algo exótico y distinto (vamos bien pensé) luego las verduras (nada espacial) y por último la res.
Quien me ha visto devorar tacos de cochinita pibil sabe lo devota que puedo ser del platillo yucateco. La res de ese día combinada con un condimento rojo ¡sabía a cochinita pibil! NO!!, el peor error de todos, sólo le falta la cebollita morada y el platillo podría estar completo.
Extasiada por el sabor, lo devoré. Segundos después mi cabeza entró en razón para enterarme de varias cosas: 1) Eso era res, no cochinita, 2) Estas en un restaurante etiopiano, no mexicano y 3) La cochinita etiopiana será la más cara de toda tu vida (16 dólares)... En Yucatán te sale en cuatro dólares y si no te vas tan lejos en la Comer te sale a tres.
Salí tan devastada del lugar que mis amigos preguntaron si no me había gustado, y en realidad me gustó, pero no podía decirles que había atentado a mi promesa... o que peor aún, estaba Homesick.
En fin, la próxima semana iré a Chipotle con mis vecinas, comida mexicana wanna be será la mejor opción para saciar la curiosidad y dejarme de tonterías. De todas formas no probaré pieza hasta dentro de tres o cuatro meses.
*Inspirada en la sabia frase del Power